Veterinario por azar, animalista de corazón

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8 min readApr 28, 2024

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Foto: Cortesía del entrevistado

Daniel Moya González estudia Medicina Veterinaria y Zootecnia en la Universidad Agraria de La Habana. Sobre las pasiones que lo mueven, profundiza la siguiente entrevista.

Por: Alejandro García Ortega

Fotos: Wendy y cortesía del entrevistado

Cuando Daniel Moya González cursaba sus estudios preuniversitarios no sabía a ciencia cierta qué carrera escoger. El mundo de las leyes, el Derecho, le atraía enormemente, pero con igual fuerza la Licenciatura en Turismo. Sin embargo, no tardó en recordar que una de sus tempranas pasiones eran los animales.

«Desde niño estoy rodeado de ellos», comenta. «Primero fueron peces, luego canarios, les siguieron una jicotea y por último perros y gatos. Me fascinaba el reino de las especies y su diversidad, aunque tuve una experiencia muy cómica a los siete años o al menos así la recuerdo ahora: un pastor alemán me mordió mientras paseaba con mi mamá por cierto parque. En ese momento me impresionó mucho y les tuve miedo desde entonces, pero se me pasó, porque actualmente tengo un perro y una gata que la mayor parte del tiempo mantengo acompañados por otros animalitos de acogida temporal».

Hoy Daniel estudia la carrera Medicina Veterinaria y Zootecnia (MVZ) en la Universidad Agraria de La Habana Fructuoso Rodríguez Pérez, radicada en San José de las Lajas, provincia Mayabeque.

Allí se mantiene becado de lunes a jueves y, aunque entre trabajo y escuela no tiene tiempo para mucho, accedió a conversar con Somos Jóvenes una mañana de viernes en la filial capitalina del Centro Ornitológico de Cuba, conocida popularmente como la «Pajarera de Infanta».

Foto: Cortesía del entrevistado

Camino a la Universidad

La niñez y adolescencia de Daniel transcurrieron en varias escuelas de su natal municipio Plaza. A su primaria Manuel Valdés le guarda especial cariño por las actividades en que participó como parte de la popular asignatura Exploración y campismo, muchas de las cuales se enfocaban en educar sobre el medioambiente.
Más tarde pasó por la secundaria básica Bernardo Domínguez y por el preuniversitario Tomás David. Pero cuando llegó el momento de entrar a la Universidad, su inseguridad se hizo presente por un problema muy común: la falta de formación vocacional.
«Siempre he dicho que en las escuelas haría falta informar más a los estudiantes sobre las carreras: ¿dónde radican las facultades?, ¿cuáles son las posibilidades laborales futuras? En mi experiencia puedo decir que no recibí mucha información sobre Veterinaria y la que logré obtener no era sólida.

»Por ejemplo, cuando empecé a estudiar la carrera, pensaba que serían cuatro años y luego descubrí que son cinco. Además, había desinformación sobre el plan de estudios; no sabía qué asignaturas recibiría. Por eso considero imprescindible que conozcamos los detalles de cada especialidad para poder elegir.

En esa misión pueden ayudar sobre todo las universidades asistiendo directamente a los preuniversitarios».

Daniel confiesa que la elección definitiva por la Veterinaria vino tras su vínculo con grupos animalistas durante el Pre y el descubrimiento de que, más allá del amor a los animales, existe una necesidad urgente de su protección, de crear conciencia social por el respeto a cualquier ser vivo.
Cuando comunicó la decisión a sus familiares y amigos, la mayoría se alarmó por varias razones, entre estas la lejanía de la Universidad, estar becado, la gran complejidad y exigencia de la Veterinaria y las condiciones con que se estudiaba en un contexto de escasez general, agravado entonces por la Covid-19.

«Al final todos comprendieron y por suerte están felices con mi desempeño», sonríe antes de ahondar más en su profesión.

«Ser veterinario conlleva estudio diario y mucha investigación. Son cinco años en los que al comienzo recibimos asignaturas similares a la carrera de Medicina como Anatomía, Morfología, Bioquímica, Fisiología, pero enfocadas, lógicamente, en los animales. Ya a partir del tercero abordamos asuntos más específicos dentro de ese universo».

Destaca de su facultad de MVZ la vinculación directa con tareas de impacto. Allí mantienen un grupo de bienestar que se encarga de la desparasitación de perros callejeros, sus cuidados esenciales y esterilizaciones. De igual forma, resalta cómo se han coordinado trabajos conjuntos con organizaciones al estilo de ANIPLANT y han participado en ferias de adopciones e higienización.

Para Daniel, estudiar tal profesión le ha desarrollado su sensibilidad para entender a los animales y sus padecimientos; luego la satisfacción por sanar a cada paciente o haber contribuido en eso.

«Como médico veterinario he ido aprendiendo que todos los animales sienten igual. No hay diferencias entre uno callejero u otro con dueño. Ambos necesitan cuidados, atención y yo siempre les ofrezco algún tratamiento o medicamento, incluso, de resultar necesario, refugio temporal».

Foto: Wendy

Centro Ornitológico de Cuba: otra escuela

La consabida frase «la práctica hace al maestro» constituye más que una realidad. En el caso de Daniel representó una fortuna que la comunidad ornitológica de Cuba le abriese las puertas antes de comenzar su carrera universitaria. Algunos especialistas de la institución destacan en el joven aprendiz la disposición para el trabajo, disciplina y capacidad de aceptar críticas y mejorar con estas.

Yanaisy Pino Quintana, médico veterinaria y zootecnista de la «Pajarera de Infanta», resalta la premura con que trabajan en esa clínica y el motivo por el cual en ocasiones a Danielito, como le llaman cariñosamente allí dentro, le asignan tareas de asistente.

«Aquí trabajamos con mucha presión», apunta. «Cuando hay que tratar un ave, estamos todos los médicos de la consulta atentos. Debemos actuar con rapidez en dependencia de la operación. Hay que observar el desarrollo y la reacción del animal, porque las aves son más delicadas que otras especies».

Nos interrumpe la conversación Ernesto Hernández Sánchez, tutor de Daniel en sus trabajos de curso, aunque parece su hermano mayor. Ambos se entienden como dos chiquillos. Lo mismo se dicen «veinte cosas» que se ayudan con sus faenas, todo en un instante.

Daniel y Ernesto, su tutor, parecen hermanos que trabajan juntos. De esa amistad el joven veterinario aprende cada día más sobre su profesión.
Foto: Wendy

Ernesto es médico veterinario igual que Yanaisy y bromea sobre el rol de Daniel en la clínica:

«Más allá de que es bueno limpiando jaulas o preparando los sets de trabajo con las jeringuillas, Danielito es muy buen muchacho, aplicado, y por eso lo aceptamos aquí», expresa a la par que deja ir una carcajada y tira un manotazo al hombro de Daniel, aunque pronto cambia el rostro y con seriedad agrega:

«Para estar con nosotros y colaborar como lo hace Daniel se debe tener los cinco sentidos en función de lo que hacemos y ser muy receptivo. Solo así se garantiza un tratamiento de calidad. Este es un trabajo de equipo y los procesos tienen que salir a la perfección. De lo contrario podríamos perder a un animal enfermo».

A Daniel, entretanto, dicha clínica le ha aportado conocimientos prácticos que no encontraría en la escuela. Ha aprendido sobre medicina natural y la importancia de las plantas, entre ellas la sábila, según sus palabras, «una de las más populares por su versatilidad y que se utiliza con frecuencia en lesiones, para cicatrizar o tratar quemaduras».

«Yo me he reconocido también como ambientalista, por la medicina verde, pero además porque en muchas de las actividades que promueve la comunidad animalista coinciden grupos que abogan por el cuidado del medioambiente. Es una realidad: flora y fauna tienen igual importancia y están muy bien todas las iniciativas enfocadas en protegerlas».

El mundo en «red» de los animalistas

Daniel es de los jóvenes que se vincula a cuanta feria se promueva sobre atención y protección animal. Aunque confiesa que no está muy activo en redes sociales, sí utiliza Whatsapp con frecuencia para estar al tanto de tales eventos.

«Participo en muchos, pero no pertenezco a ninguna organización», reflexiona. «No podría decirte que hay un grupo rector sobre cuidado de animales; todos cumplen tareas que se entrelazan en el amor y no sería justo destacar a uno sobre otros. Quizás alguno tiene mayor alcance, acceso a medicamentos o posibilidad de dar refugio temporal; otros son más locales, pero lo importante es que brindan su apoyo en cualquier circunstancia.

»En lo personal atiendo a callejeros de mi zona con acciones básicas como el corte de uñas o desparasitación. Cuando he necesitado algún medicamento me han ayudado desde cualquiera de esas organizaciones: la Asociación de Rescate y Bienestar Animal (ARBA), Bienestar Animal Cuba (BAC), Cubanos en defensa de los animales (CEDA), XL Colonias y otras. Son muchas para mencionar».

Por otra parte, Daniel resalta la importancia de las iniciativas promovidas por jóvenes para brindar soluciones creativas ante la necesidad de implementos y medicinas en su especialidad.

«Mira, yo conozco a una muchacha que tiene de todo para tus mascotas, lo mismo correas, que chapillas de identificación, casi siempre elaboradas por ella misma. Por eso cuando alguna persona con la que hablo está buscando algún implemento, enseguida la mando con Mila Accesorios, que es como se llama su emprendimiento; incluso yo recurro a ella.

»Hay toda una red establecida en internet de gente dispuesta a ayudar y buscar el bienestar animal. Son varias comunidades animalistas y eso de alguna manera alienta. Entre las primeras con que me vinculé se encuentra XL Colonias. Ellos estaban promocionando una campaña de esterilización y me acerqué para preguntar cómo podía ayudar; así he colaborado con tantos otros grupos».

Existe una amplia red sobre cuidado animal en todo el país que unifica a jóvenes, tarea en la que se involucran también las universidades para coordinar acciones de impacto.
Foto: Cortesía del entrevistado

Veterinaria: un poco más allá

Casi al concluir la entrevista, le preguntamos a Daniel qué resaltaría de su carrera y qué recomendaría a los muchachos que deseen estudiarla…

«Lo más importante es crear conciencia de que no pueden escoger Veterinaria simplemente porque aman a los animales. Tienen que saber que la carrera va un poco más allá. A veces resulta dolorosa; van a ver a un ser sufrir. Pero también es gratificante que puedas ayudar a aliviar una pena o eliminarla completamente.

»Por experiencia digo que reconforta, porque eres tú quién puede lograr ese bienestar. Los animales sienten y, créanme, agradecen que se les cuide y trate con amor.

»Esta es una carrera hermosa a la que muchos temen por lo distante del centro de estudios o el hecho de estar becados, pero si tienen un afecto real por los animales no pueden dudar. Te forma con principios éticos, aprendes a colaborar y refuerza otros aspectos necesarios para la vida. Yo entré casi por casualidad, pero te aseguro que no me arrepiento y cada día amo más mi profesión».

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